Parto en el agua: ¿cómo se desarrolla?
Cada vez es más común encontrar personas que se plantean un parto en el agua. Descubre de qué se trata y cómo se desarrolla.
El parto en el agua es aquel en el que, como su nombre indica, se llevan a cabo las tareas del parto natural en una ducha, una piscina o una bañera especializadas. Hoy en día, muchas mujeres optan por esta opción a la hora de dar a luz, ya que el agua ayuda en la relajación y en la reducción del dolor.
Debido a su sencillez, el parto en el agua se está convirtiendo en una de las alternativas al parto “tradicional” con mayor interés. Además, dar a luz en el agua, tiene grandes beneficios tanto para el bebé como para la madre.
¿Cómo se desarrolla un parto en el agua?
Si prefieres un método “más natural” a la hora de dar a la luz, el parto en el agua puede interesarte.
El agua es un medio que ayuda en el parto, cuenta con las siguientes ventajas:
- Permite una aceleración de la dilatación.
- Debido a que ablanda los tejidos perineales, ayuda a conseguir una reducción en el riesgo de rasgado y, por lo tanto, de sufrir una episiotomía.
- Ayuda a relajar los músculos, ayudando a conseguir una mayor predisposición hacia el trabajo de parto.
- El agua templada estimula la producción de endorfinas que reducen la sensación de dolor.
- Algunos expertos afirman que la posición vertical que se adopta en el parto en el agua facilita la salida del bebé, ya que el peso de este ejerce más presión por acción debido a la fuerza de la gravedad.
El parto en el agua se desarrolla de una determinada manera y con algunas condiciones específicas. Pero la primera condición para optar por este tipo de parto es que la edad gestacional sea posterior a la semana 36 o 37 de embarazo, ya que no es recomendado en partos prematuros. Además, tanto el bebé como la madre, deberán encontrarse en buenas condiciones, recuerda en un principio no se usará instrumental médico durante el parto.
Se entrará en el agua con 10 cm de agua filtrada potable y a aproximadamente 37 ºC de temperatura cuando hayan comenzado las contracciones, la dilatación sea activa y el cuello del útero haya llegado a una dilatación de entre 3 cm y 5 cm.
La temperatura del agua es importante, ya que si estuviera por encima de los 37 ºC podría provocar una taquicardia o una hipotensión. Por el contrario, si estuviese más fría, su efecto relajante se perdería e incluso podría ser contraproducente.
En lo que respecta a la entrada en el agua, si se efectúa de manera demasiado precipitada, se corre el riesgo de que las contracciones se ralenticen. Entrando en el momento exacto, el agua favorece la dilatación y acorta su duración.
Una vez en el agua, será la madre quien maneje la situación, en lo que respecta a la dilatación y a la expulsión del bebé. Pero es aconsejable no permanecer más de dos horas en el agua, ya que el efecto relajante puede cansar a la madre.
Si estás preocupada por el bienestar de tu bebé, debes saber que cuando nazca no tragará agua, ya que cuando sale no respira por los pulmones, sino por el cordón umbilical. Cuando estos comienzan a funcionar, el recién nacido tiene un reflejo de apnea que provoca el bloqueo de la glotis al sentir el agua en la boca.
Tras dar a luz, pondrán el bebé sobre tu pecho y en los siguientes cuatro minutos se dispondrán a cortar el cordón umbilical.
Si estás pensando en llevar a cabo este tipo de parto, consulta con tu médico que posibilidades existen para poder realizarlo y aprovecha para despejar todas tus dudas al respecto.
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