Parto natural: razones para escogerlo
El parto natural va ganando terreno a otros tipos de alumbramientos en embarazos de bajo riesgo, con el apoyo de centros sanitarios bien preparados.
La predilección hacia lo natural ha llegado también a los partos. Cada vez son más las mujeres interesadas en el parto natural, en llevar a cabo un parto respetado, más cálido, sin prisas, y en un ambiente más amigable.
Esta tendencia se refleja ya en un aumento de los centros sanitarios españoles, públicos y privados, que incluyen unidades y programas específicos para este tipo de alumbramientos.
Sin duda, una clara apuesta por respetar, en partos de bajo riesgo, las preferencias de las futuras madres de dar a luz con la mínima intervención médica, pero con la seguridad y la garantía del entorno sanitario por si se presenta alguna complicación.
Ventajas del parto natural
Cuando hablamos de parto natural nos referimos a la manera tradicional de dar a luz a un hijo en la que primero tienes las contracciones, después dilatas y después, con la ayuda de personal sanitario, haces todo el trabajo para que tu hijo o hija pueda ver la luz. Nuestras abuelas e incluso nuestras madres, nos trajeron al mundo con un parto natural, aunque la tendencia en los últimos años es inclinarse hacia la cesárea para evitar el dolor.
La cesárea es una operación quirúrgica mediante la cual, el ginecólogo extrae al bebé del útero sin necesidad de que la mujer haga las labores de parto por la vagina. Como toda operación, la cesárea requiere de una recuperación algo más lenta. A pesar de esto, hay que tener en cuenta que hay mujeres que necesitan una cesárea para garantizar su propia seguridad o la del bebé.
Más conciencia
En los partos naturales, sin anestesia y sin epidural, la madre siente de manera instintiva deseos de empujar con las contracciones, lo que facilita el trabajo del parto. Supone también una especie de superación personal para la madre, de comprobar hasta dónde se puede llegar y todo lo que es capaz de hacer, superando límites inimaginables.
Además, en aquellos casos en los que se puede prescindir de la epidural, se eliminan algunos de los riesgos que supone la anestesia, que al pincharse en la columna, en el caso de que no se coloque correctamente, puede dejar secuelas de varios meses. La anestesia puede también puede llegar al bebé y ralentizar sus latidos, por lo que estos riesgos se eliminan al no emplearla.
Recuperación más rápida
La rotura que provoca un parto natural es menos dañina que la episotonía, práctica con la que, en un intento de evitar desgarros, se cortan más capas y más tejido del estrictamente necesario.
En el caso de los partos programados, una de sus diferencias frente al parto natural es que el cuerpo no genera oxitocina por sí mismo, con lo que al poner la artificial, las contracciones son más dolorosas, ya que se fuerza al organismo a ponerse de parto.
En comparación con la cesárea, al ser ésta una operación quirúrgica, implica una peor recuperación física frente al parto natural. Igualmente, las cesáreas sólo se pueden realizar en un número limitado de ocasiones, ya que entrañan un corte en el útero que lo debilita y supone un riesgo, ya que se puede romper durante otro parto, generando además más propensión a la depresión post-parto.
Otro aspecto negativo de la cesárea es que no suele contar con el momento piel con piel de la madre y el bebé al nacer, ni con la lactancia inmediata, porque la leche tarda más tiempo en subirle a la madre.
Parto natural en el agua
Si lo que más te asusta del parto natural es el dolor, debes saber que hay vías alternativas como el parto natural en el agua que, según las mujeres que lo han probado, funcionan como una epidural natural.
Lo más importante del parto no es la forma sino lo que supone para tu vida y para la de tu bebé. Escojas el tipo de parto que escojas, el momento va a estar cargado de simbolismo y, con dolor o no, lo disfrutarás de la misma forma.
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